Me llevas de compras, cuando nunca antes lo habías hecho, dices que por que tus amigas y tu hermana están ocupadas, y quién soy yo para negártelo, aparte de un paranoico compulsivo.
Pongo mi mejor sonrisa y respondo a tus preguntas sobre la infinidad de prendas que te estás probando, aun sabiendo que mi opinión no va a ser tenida en cuenta, ahora como perchero andante debo tener futuro, porque en cada tienda el número de ropa que va en dirección al probador aumenta.
No soy tan buen actor para que no te des cuenta, que no me estoy divirtiendo, por más que me digas lo contrario, "ves cariño que bien nos lo estamos pasando", por lo cual una de dos, o tu coartada era correcta y era tu único mozo de carga esta tarde, o estás comenzando a medir lo que soy capaz de hacer por ti.
Entonces en lugar de regalar comentarios inocuos del tipo, "si ese me gusta mas, o el azul es más bonito", saco el hacha de las respuestas cortantes y le hago uno del tipo:"pues con ese verde pareces un repollo emperifollado". Entonces me miras con esa media sonrisa que tanto temo y respondes:-Vaya ya era hora de que tuvieras opinión-.
A partir de entonces, aquella tarde fue un juego del toma y daca, midiendo mucho que no hubiera demasiados "tomas" o demasiados "dacas" y que pasara de ser una distracción muy entretenida a una discusión salida del averno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario