Subí a las cumbres, grité mis dudas, y solo me devolvieron ecos de mis preguntas.
Me sumergí en aguas heladas, grité mis dudas, y solo salieron burbujas ascendentes que explotaban en la nada.
Me hundí en la oscuridad, grité mis dudas, y solo obtuve silencio.
Así que me senté en un rincón con la cabeza entre mis brazos, esperando soledad, cuando levanté la cabeza, alli estaban vacías, desnudas, mis respuestas en mis manos.
3 comentarios:
Jop...me ha encantado!
Gracias Marita, es lo que consigue la melancolía de una tarde de domingo invernal.
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