El San Valentín de Indy.
Llegaba tarde las conexiones de los aviones no han sido lo precisas que debieran haber sido, y llego tarde, Marion me va a matar, le prometí estar en casa para el día de los enamorados, y no se ni cómo voy a excusarme, ni que puedo regalarle.
Abría la puerta y allí estaba brazos en jarras esperando mi explicación, comencé a relatarle mis aventuras en Egipto, y las joyas de incalculable valor que había recuperado, me dijo que le importaban un pimiento, que ni siquiera había tenido la decencia de cambiarme, allí estaba con mi vieja chaqueta de cuero, mi sombrero Stetson, mis pantalones desgastados y mi látigo, le expliqué lo poco que me gusta cambiarme en los lavabos de los aeropuertos, pero ni por esas.
Me dio la espalda y comenzaba a retirarse hacia su habitación, así que desenrosqué mi látigo, lo lancé y enlacé su cintura, para luego jalarla poco a poco hacia mí, espero que no haya visto mi segunda película, porque ya utilicé este truco con otra, para colmo la futura esposa del director.
Me miró resignada, suspirando porque siempre hacía lo mismo, le ponía mi sonrisa de picaro, marcada por mi cicatriz, y volvía a recordar porque le gustaba estar conmigo, así que en un alarde de improvisación metí la mano en mi bandolera, y saqué !tachaaaan!, un brazalete con forma de serpiente, con rubíes en los ojos, bueno no creo que al museo le importe una pieza menos, después de todo lo que les he entregado, ahora invéntate una historia.
- Este regalo cariño, es para que recuerdes el momento en el que me di cuenta que jamás podría olvidarte, cuando caiste desde arriba en mis brazos, con tu vestido blanco aleteando, rodeados de serpientes, si en esa situación encerrado con mi mayor pesadilla cientos de ofidios asquerosos, no pensaba en otra cosas que en salvarte y cuanto te quería, no habrá obstáculo que me separe de tí, eres mi serpiente tentadora, el pecado, la pasión, el fuego que me da luz para saber guiarme siempre a salvo a casa, para estar entre tus brazos.
No está mal no soy malo improvisando, para algo soy doctor y aventurero, bueno hay que reconocer que mi percha ayuda, porque soy un imán para las mujeres.
- Cariño, emborrachémonos tengo una botella de vodka en alguna parte, veamos si sigues en forma como cuando emborrachaste al desgraciado de Rene Belloq, y luego hagamos el amor a lo salvaje, mañana ya nos arrepentiremos junto con nuestra amiga resaca.
Mientras me fui caminando hacia la cocina, Marion se quedo en el salón pensando, que no le quedaba más remedio, si quería mantener viva esta relación y nuestro amor, que dejarme libre para que pudiera volver a sus brazos, además siempre podía acompañarlo.
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