Boardwalk Empire, Primera Temporada: Mr. Thompson, Miss Schroeder

Poco a poco sorbito a sorbito esta serie ha cogido sabor y aroma añejo, la calidad ha salido a la superficie, los personajes han cogido forma y alma frente a nuestros ojos, los integrantes del hampa que extienden sus tentáculos desde el tráfico de alcohol hasta la política, los defensores de la ley con una ética que deja mucho que desear en ambos sentidos, por exceso de celo y por falta de él, los cantantes y coristas, comerciantes, amas de casa, queridas en pisos, el mundo del paseo de Atlantic City.

Las tramas personales han ido surgiendo sobre todo centradas en los personajes de Nucky Thompson (Steve Buscemi) y Jimmy Darmody (Michael Pitt) entremezcladas e independientes, padres ausentes o deshauciados, mujeres e hijos fallecidos o alejados emocionalmente de sus padres, engaños, traiciones, las lacras permanentes en los corazones por las alambradas de la guerra, que han creado personajes duros, descreidos, violentos, que crean su propia ética y moral, aquella que les funciona para sobrevivir.

Pero Nucky ha encontrado un remanso de paz en su atribulada vida en la figura de Margaret Schroeder, esa irlandesa que se ve sola en la vida con dos niños, y que es la única que ve algo de bondad en la fachada del amo de Atlantic City, mientras él encuentra la familia que nunca tuvo, pero sus negocios y lo que ellos implican, sangre, muertes y violencia, es un gran precio que pagar para Miss Schroeder que se siente un peón teledirigido en el gran tablero del hampa.

La violencia se ha ido abriendo camino en la serie, los dólares de Nucky están empapados en sangre ajena, es reacio a utilizar la fuerza pero no puede perder la propia por no usarla, y Jimmy es su brazo ejecutor, pero todos esos asesinatos, torturas, no afectan tanto como el drama de la prostituta Pearl en Chicago, esa historia de cariño entre ella y Jimmy con sueños de futuro se ven truncados de repente, desfigurados entre cuchilladas de venganza, con un final abrupto y sonoro que deja restos de pólvora en la memoria del espectador, o la corrupción de miras del agente Van Alden, sus torturas autoinfligidas, el odio y la ira contenidos que explotan en la dirección más insospechada, una bomba de relojería al servicio del FBI, como el destino del agente Sebso puede atestiguar.

La serie comenzó deudora de un gran piloto dirigido por el gran Martin Scorsese, con ganas de ver otro "Uno de los Nuestros / Godfellas", que pesó sobre unos primeros capítulos que no dejaban una huella clara de la dirección que iba a tomar la serie, pero pronto el timón de los guiones se vuelve firme y nos lleva hacia grandes personajes que se desvelan mucho más complejos de lo que esperábamos, además de desgranar toda la actualidad de la época en píldoras con forma, de portadas de periódicos, noticias en la radio, o en pedazos de conversaciones, que conforman un horizonte temporal donde se mueve la historia.

Se despide la primera temporada como las olas, suavemente, y con susurros de próximas historias en ese paseo iluminado por casinos y anuncios, que ocultan mucha oscuridad tras tanto brillo.